viernes, 15 de junio de 2012

La Ducha y Tu...

Llego a casa, y estoy muerto… Ha sido un día horroroso en el trabajo, largo, cansado, y me fui de allí directo al gimnasio para desestresar un poco, voy con un pensamiento único: “ducha”. 
Abro la puerta, tiro las llaves en el mueble junto a la puerta  y dejo la mochila en la cocina, luego me encargo de ella… También me deshago de la camiseta y la echo a la lavadora directamente.
Según me adentro en casa oigo la ducha… Te me has adelantado, teniendo en cuenta la hora que es, está claro que tu día tampoco ha sido fácil, sonrío y paso a la habitación, recojo unos boxers y un pantalón dejándolos preparados sobre la cama… 
Y vuelvo a sonreírme, porque ya cuando lo hice antes olvidé inmediatamente todo el duro día de trabajo, el cansancio, el gimnasio, el estrés, todo… Solo pensaba en perderme en la ducha contigo, con el agua cayendo y nuestros cuerpos juntos perdidos en mil besos y caricias.

Entro en el baño, no me oyes con el ruido del agua, me acerco observando la silueta de tus curvas tras la mampara… Al abrirla, el sobresalto es claro, te cubres, y te giras rápidamente.
No me esperabas, estabas perdida en tus pensamientos, o en el silencio, solo con el ruido de la ducha, completamente relajada… Después me miras “enfadada”, aunque en realidad no lo estás, y me sueltas el “¡Casi me matas de un susto!”.
Te “acorralo” en la esquina al entrar, para poder entrar y cerrar de nuevo la mampara, acaricias mi espalda, y la besas dulcemente… No lo ves, pero ahora mismo me derrito solo con ese beso, es el mejor momento del día, y solo con eso, lo pasado carece de importancia.


Me doy la vuelta para poder mirarte, con esa sonrisa de “mala” y completamente empapada, con el agua resbalando por tu cuerpo, tu pelo cayendo por tus hombros, y esa gotita en tu labio que es la primera en caer… En los míos, en un suave beso, jugando entre mordisco y el juego de nuestras lenguas.
El beso se alarga, que necesidad tenía de ti, de tenerte, de sentirte… Mis manos en tu espalda se funden en caricias que a su vez te atraen hacia mí… El roce de tu cuerpo con el mío, el agua cayendo, el calor, y un beso interminable que acaba con mi susurro “Te deseo”.
Mis caricias han llegado a tu culo, el cual aprieto con fuerza, escapa un suspiro de tus labios, y muerdo el inferior suave tirando de él… Una de mis manos recorre tu pecho acariciando tus pezones duros, baja por tu tripa, tu ombligo, tu cintura… Y al seguir bajando tus piernas se abren ligeramente dejando paso a mis caricias.

Rozo tu coño con mis dedos, juego con ellos mientras entre tus pequeños suspiros intercalo besos… Me encanta mirarte, mientras introduzco un dedo notando el calor que desprendes, ver como muerdes tu labio, y me miras con deseo, con pasión… Masturbarte durante largo rato, arrancando tus primeros gemidos mientras tus manos acarician mi pecho, notando esas uñas que me han dejado marcas en varias ocasiones juguetear por el.
Mis manos vuelven a subir, perdiéndose entre tu pelo y atrayendo tu boca hacia la mía, perdiéndonos en un nuevo beso largo, húmedo, caliente… Y eres tu la que bajas hasta mi polla para endurecerla bien, entre mil caricias, con mis gemidos ahogados en tu boca… Te separas un poco, sonríes, me miras fijamente a los ojos y me dices “Fóllame”.
 

Te giro colocándote contra la pared, sacas ese culito hacia fuera, Yo froto mi polla contra tu coño… El agua sigue cayendo, resbala por tu espalda, agarro tus caderas y comienzo a meter mi polla despacio, notando como entra, notando el calor de tu cuerpo, del mío… Tu respiración se agita al tiempo que la mía, y yo la dejo dentro, hasta el fondo, quiero disfrutar el momento.
Comienzas a mover tus caderas, y yo a meterla y sacarla lentamente, despacio, al mismo ritmo que tu… Y según lo haces más rápido, yo hago lo propio, con embestidas cada vez más fuertes, más duras, notando como se arquea tu espalda, tus gemidos son más fuertes, y tus manos, tus uñas arañan la pared…
Entre gritos y gemidos, con tus caderas agarradas con fuerza, sin dejar que te separes apenas de mí, mis golpes son duros, y cada vez más y más rápidos, hasta correrme junto a ti… Tu grito se oye en toda la casa, se tambalean tus rodillas y tus manos se sueltan de la pared… Yo apenas me muevo suave, despacio, sin sepárame de ti, agarrándote por el pecho, susurrándote al oído “Me encantas” muy débilmente, entre jadeos y suspiros aun.
Te giras, me miras sonriente, así eres tu... Te acercas y me besas.

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