martes, 12 de junio de 2012

Continuará...


Shhhh, silencio, me acerco por detrás sin avisar, sabes quien soy y sonríes… Pero no te giras, aparto tu pelo, lo huelo hundiendo mi nariz en el, para bajar luego y besar tu nuca.
Mis manos agarran tu cintura, suave, sin apretar, solo marcándote donde estoy, con mi cuerpo apenas rozando el tuyo, y mi boca suspirando tras de ti, mis labios vuelven a buscarte, girando un poco y deleitándose con un mordisco suave en tu cuello… Pero te conozco, y me conoces, y ese uno son dos, y esos dos son tres.
No te mueves, y eso que normalmente nunca paras quieta… Pero me dejas hacer, te muerdes el labio, te encanta que recorra tu cuello, y así intentas aguantar sin girarte, conteniendo tus primeros suspiros. Mis manos se distancian, pero no así mis dedos, cuya yema sube despacio por tus costados, levantando tu camiseta, sin descuidar ni uno de los besos que recorren tu cuello.
Tras librarme de ella, descubro la ausencia de tu sujetador, me sonrío, y lo notas al sentir mis dientes contra tu piel, pasando de la sonrisa al mordisco en tu hombro, y recorriendo el camino contrario con mi lengua… Para  buscar el beso en tu barbilla, ahora si giras levemente tu rostro con la ayuda de uno de mis dedos, que lo guía, nos miramos, ya sonreías antes verme, y sigues haciéndolo, mis labios se acercan rozando los tuyos, pero me separo.

Me miras con esa cara… ¡Esa! Justo, esa cara que dice “Ven aquí ahora mismo y bésame”, igual con algo menos de delicadeza, porque el deseo te puede, y no te gusta que te haga “sufrir”.
Beso de nuevo tu barbilla, muerdo tu labio inferior tirando de le suavemente, y mis labios acarician los tuyos antes de escapar hacia tu oído (¡No te veo, pero sé que vuelves a tener esa cara!) y susurrarte “llevo todo el día pensando en este momento”, juego con el lóbulo de tu oreja, oyendo tus primeros suspiros, ya no quieres contenerlos, al igual que no lo haces con tus manos, que acarician mi espalda, con fuerza, apretando mi cuerpo contra el tuyo.
Ya te hice “sufrir” demasiado, y a mi mismo también… Necesito esos labios, esa boca, y la busco con ansia, besándola como si no hubiese mañana, con fuerza, con necesidad, con calor, humedad…


A su vez mis manos levantan tu falda, apretando tu culo entre ellas, grandes, fuertes atrayéndote aun más hacia mí... Te siento, el calor que desprendes me abrasa, quitas mis pantalones con una de tus manos, mientras la otra agarra mi pelo con fuerza, para que mi boca no escape de la tuya… Cuando lo hago, es para volver a ese cuello que no me canso de recorrer, mientras tus braguitas están en el suelo, y tus piernas rodean mi cintura…
Acaricias mi polla, la aprietas con tu mano, jugando con ella, masturbándome y provocando que no pueda estar más dura, me miras, sonríes, pero con “esa” sonrisa, la que dice “fóllame y hazlo fuerte”. La froto dura contra ti, notando tu coño mojado, caliente, me encanta… Notar como tu cuerpo se derrite junto al mío, y sentir como mi polla abre tu coño por completo, despacio, notando su humedad, su calor, su deseo, el tuyo.
 
Mis embestidas se suceden tras movimientos suaves, te tengo atrapada contra la pared, tus piernas no me sueltan, y te mueves… Con movimientos que me deshacen, mis gemidos aumentan en su intensidad, al igual que los golpes de mi polla llegando hasta el fondo de tu coño. Llega el momento en que siempre queremos más, y más, ya no gimes… Gritas sin temor a que te oigan, ya no agarras… Arañas mi espalda dejando las marcas de tus uñas, ya no besas… Devoras y muerdes sin parar.
Todo es poco para ese momento, ese en que nos corremos, en que no hay nada más allá de nosotros, de nuestros cuerpos, del sexo, de lo físico y lo mental, de todo, quedando rendidos, mientras sonrío y te miro, y me vuelves a morder… Ese momento que no es el final, es un continuará.

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