domingo, 29 de enero de 2012

Fin de Semana en Milan...

Todos los años intento ir a Italia varias veces, a ver a mis amigos, a mi familia, a visitar ciertas ciudades o ciertos pueblo a los que guardo especial cariño… Y ya que estamos, a ver algún partido de mí equipo, AC Milan.

Era el día 14 de noviembre, 21:00 de la noche, ¡gran clásico italiano! Inter de Milan-AC Milan.
Había podido escaparme, estaba en el Giuseppe Meazza (San Siro), con mi mejor amigo, Paolo. Somos amigos desde siempre, ambos seguidores rossoneri, y a pesar de la distancia (él vive en Italia) inseparables.

Pero vamos a lo importante, el Inter saca de centro, ¡Comienza el partido! Comienzan dominando, pero a los 5 minutos de partido, Ibrahimovic sale a la contra, regatea a dos contrarios dentro del área, y cae ¡¡¡Penalti!!!, lo lanza el propio Ibra y ¡¡¡¡Goooool!!!!
Nos abrazamos, abrazamos a la gente de alrededor, gritamos, saltamos… Los que seáis aficionados al futbol y fieles seguidores de algún equipo, nos entenderéis, y más ante el máximo rival… Es como el Madrid-Barça en España, los que no, pues… Intentadlo, seguro que tenéis alguna otra afición que vivís con la misma intensidad.

El partido fue muy abierto, pero por momentos se calmó… Ahí descubrimos a Laura y Annalisa, ambas aficionadas del mismo equipo que nosotros, y ambas tan eufóricas como nosotros por el partido…
Laura era pelirroja, ojos azules, piel clara y suave, no demasiado alta, con unas curvas que mareaban, pelo infinito que llegaba hasta su cintura, y una mirada de impresión.
Annalisa era morena, ojos negros, morena de piel, sonrisa encantadora, algo más alta que su amiga, y de cuerpo igualmente contorneado.


Fue Anna la que a la media hora o así, me saludó y comenzó a charlar con nosotros… Laura estaba totalmente metida en el encuentro, y apenas si se giraba alguna vez asintiendo con una sonrisa… Paolo y Annalisa conectaron inmediatamente, y no pararon de hablar durante lo que quedaba de primer tiempo, y parte del segundo… Pero Laura seguía a lo suyo. El encuentro acabó con el 0-1 a favor de nuestro equipo, el Milan, y decidimos celebrarlo juntos tomando algo en un bar cercano.

Una vez fuera del estadio, Laura comenzó a interactuar un poco más con el “grupo”, en el que hacía rato yo me sentía algo descolocado. Paolo y Annalisa siguieron tonteando durante el camino hasta el bar, yo iba delante caminando con mis pensamientos, y Laura bromeaba a ratos con ellos… Hasta que se decidió a adelantarse junto a mí.

- Te veo algo distante (me dijo).
- No, para nada, pero prefiero dejarlos a su aire un poco.

La sonreí, mostrándola que no había molestia en mis palabras, que todo estaba normal.

- Oye, no os hemos preguntado ¿En que parte de Milan vivís?
- Pues un poco lejos… Paolo vive en Venecia, y yo en España.
- ¿España? ¿Qué se te perdió tan lejos?
- Pues mira, parte de mi familia es de allí, y ya ves, el destino es caprichoso.
- Vaya, y ¿Cómo es que estáis aquí pues?
- ¿Acaso la gente de otras ciudades no tenemos derecho a ver el partido?

Ambos comenzamos a reír, y justo llegamos al bar… Tomamos varias copas, charlamos durante largo rato, y finalmente Paolo y Annalisa decidieron marcharse, Laura y yo nos tomamos una copa más mientras me contaba cosas sobre ella, y su trabajo como maestra.
Tomamos whisky tras whisky hasta altas horas de la madrugada, entonces decidimos salir a pasear… Caminamos por la Via Torino, mantuvimos el silencio varios minutos, y comenzó a hablar de nuevo.

- ¿Sabes? Hacía tiempo que no salía hasta estas horas.
- Eso es que te haces mayor eh.
(Soltó una carcajada)
- Oye, que tengo varios años menos que tu.
- Claro, pero yo los llevo mejor, está claro…
(Continuó con las risas, a la vez que comencé a reír yo)
- Si, yo creo que será eso, que tú te conservas mejor.
- Está clarísimo, esas pequitas no engañan a nadie.

Continuamos bromeando durante largo rato, hasta plantarnos sin darnos cuenta frente al “Hotel Mondial Rome”, donde tenía yo mi habitación…

- Anda, fíjate, aquí está mi hotel.
- Vaya, a mi aún me queda para llegar a casa.
- Ohhh, que estrategia más mala para que te invite a entrar…
(Volvió a soltar una carcajada y me contestó entre risas)
- Me has pillado, si, es mi plan para seducirte.
- ¡Lo sabía! Bueno, como soy un chico difícil, solo te invitaré a tomar una copa.
- ¡Que honor! Gracias, no sé como podré pagártelo…



Entramos y tomamos la penúltima en el bar, pero decidimos subir a tomar otra a la habitación… Y mientras preparaba las copas de ambos, apareció tras de mi besando mi nuca…
Me quedé inmóvil, ella acarició mi espalda con ambas manos mientras sus besos paseaban y bajaban por la misma… Me giré y busqué su boca despacio, dándola un suave beso, acariciando sus labios con los míos en un suspiro, y saboreándolos.

La llevé contra la pared, quité la camiseta que llevaba, descubriendo sus preciosos pechos bajo un sujetador negro… Me deshice del mismo y comencé a besarlos, lamerlos, jugando con sus duros pezones. Volví a subir, a buscar sus labios, su boca, mientras sus manos lanzaban mi camisa al suelo y se perdían en caricias por mi pecho.
La agarré por el culo levantándola y llevándola a la cama… Allí quité su pantalón sin prisa, descubriendo sus braguitas negras de encaje, y besando su tripa, su cintura, sus piernas… Las cuales abrí besando sus muslos suavemente, entre pequeños mordiscos, notando el calor que ya desprendía, y deseando perderme entre ellos.

Sus braguitas desaparecieron y mi boca ya rozaba su coño caliente, primero con suaves besos, luego con la puntita de mi lengua entre suspiros y pequeños gemidos… Continué mientras sus dedos se entrelazaban en mi pelo, sus caricias se sucedían apretando mi cabeza, y mi lengua seguía su camino, saboreando, jugando… Mis manos se deshacían en caricias a lo largo de sus piernas, apretando sus muslos, y volviendo a bajar, no quería parar.

Su respiración agitada, sus gemidos cada vez mas fuertes, su calor, su humedad, sus susurros… Tenía los ojos cerrados, dejándose llevar completamente por el momento, por la pasión, sin pensar, simplemente dejándose hacer, y haciendo lo que le apetecía.
Un grito largo y fuerte delató su orgasmo… Y me hizo subir a buscar su boca, sus labios, su lengua… Nuestras caricias continuaban sucediéndose, mientras, ella intentaba librarse de mis pantalones y mis boxers blancos casi al mismo tiempo.


Ella que a priori parecía más tímida estaba sobre mí ahora, frotándose contra mi polla dura, caliente… Siguió así largo rato, mientras su boca se deshacía en besos y mordiscos en la mía, en mi cuello, mi pecho, sin descanso… Hasta no poder más y comenzar a meter mi polla despacio.
Lentamente, mientras mis manos recorrían su espalda, las yemas de mis dedos bajaban despacio sin dejar nada por descubrir, mi polla continuaba entrando, hasta que de golpe, la metió hasta el fondo, se dejarse nada, gimiendo ambos a la vez, y buscando de nuevo nuestras bocas.

Los movimientos se repetían, aumentando en ritmo e intensidad… También se repetían las caricias, los besos, entre miradas provocadoras, que mordían más que los propios dientes, que calentaban más que las propias manos, y susurros… Susurros llenos de pasión, de sensualidad.
Su largo cabello pelirrojo caía sobre su pecho, mis manos lo recorría, tirando de el para atraer su cuerpo junto al mío, para hacernos uno, apretándola contra mí, notando nuestro sudor, nuestros cuerpos calientes, nuestras ganas de seguir hasta explotar.

Acabó corriéndose de nuevo entre fuertes gemidos, suspiros y susurros ahogados entre besos… Bajó a lamer mi polla, a recorrerla, metiéndola por completo en su boca, haciéndolo con deseo, lujuria, mirándome atentamente a los ojos, mi excitación no podía ser mayor viendo esos ojos azules provocándome, ese pelo rojo fuego, notando esa boca sin parar… Y no tardé en correrme en ella.

Tras pasar toda la noche descansando, desayunamos juntos, charlamos nuevamente durante horas, y pasamos un largo día juntos, con muchas más cosas que contar, pero… Esa ya es otra historia.

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